Plaza Alta , Irene Sánchez Carrión

Podéis pasar los dedos de arco en arco
y acariciar la piedra.
Podéis meter la mano en su costado
donde duermen los pájaros
y creer,
porque asestaron bien los golpes,
y fueron hasta el fondo las heridas.
Podéis subir ahora
que está abierta la plaza,
rodeada de casas sin ventana,
ahora que sólo el sol pasea
como enorme perro vagabundo
sin dirección, sin fe, sin dueño.